jueves, 21 de octubre de 2010

Historia de la literatura chilena.

En tiempos de la Colonia la literatura en Chile fue muy pobre debido a diversas causas, como: guerras contra los araucanos, pobreza económica del país, falta de teatros y sociedades literarias y la falta de imprentas y dificultades a la importación de libros extranjeros. Los escritores debían mandar sus manuscritos al Perú o España.

Los géneros más cultivados en esta época la historia y la poesía narrativa. Las obras históricas eran “historias” y “crónicas”, y las poéticas consistían en “poemas” imitados de La Araucana, “romances” sobre algunos asuntos de actualidad e “improvisaciones” hechas por poetas cultos y por palladores.

En la poesía épica el modelo fue La Araucana, de Ercilla, que inspiró las principales producciones de este género en La Colonia. Las más importantes de estas imitaciones por orden de valor, son El Arauco Domado, de Pedro de Oña y El Purén Indómito, del Capitán Alvarez de Toledo.

Con la Independencia va a comenzar a desarrollarse nuestra literatura nacional. Lo primero que va a cultivarse es el periodismo, fuerte arma política; también surgirá la oratoria.

La historia se pone al servicio de las ideologías. Débil se insinúa la lírica y nace por fin, pujante, la novela.

Primeros periódicos impresos: Aurora de Chile (Camilo Henríquez); Gaceta del Rey (fray José M. De la Torre); La clave (Melchor José Ramos); El Valdiviano Federal (José Miguel Infante). Merece citarse entre los escritores de este primer período: Juan Egaña, autor de El Chileno, en el presidio colaboró en la Aurora de Chile, redactó el proyecto inicial de la constitución chilena y la carta fundamental de 23 es obra suya. Hombre culto y fino, erudito en jurisprudencia, teología, filosofía y letras clásicas. Nació en Lima, pero es de padre chileno, y desde los 22 años de edad vivió en Chile. Don Manuel José Gandarillas con su obra Don Bernardo O'Higgins, Apuntes históricos de la Revolución de Chile, inicia la historia nacional, a pesar de su parcialidad evidente y apasionada.

El movimiento literario y cultural de Chile en 1842 fue el despertar de los artistas debido al impulso meritorio de extranjeros como Andrés Antonio Gorbea, José Pasamán, Carlos Ambrosio Lozier y Joaquín José de Mora entre muchos otros. Entonces es válido decir que el movimiento literario y cultural no fue una floración espontanea, sino que fue producto de una etapa de preparación, desarrollada con mucho silencio y humildad.

La causa inmediata que acrecentó más la efervescencia cultural, fue la llegada de los emigrados argentinos: Sarmiento, López, Alberdi y otros, que venían huyendo de la tiranía de Rosas. Promovieron en la prensa una polémica literaria que poco a poco fue agriándose. En ella, Sarmiento sostuvo entre otras cosas, que en Chile no había poesías por la falta de ideas de sus hombres y por la mala tendencia de sus estudios. Según Sarmiento no podían los chilenos ser literatos de verdad, por el demasiado apego que tenían a las formas de un idioma antiguo. Atacó especialmente la obra educadora de Bello.

En esta etapa de destacó Andrés Bello (1781-1865) que reside en Chile desde 1829. A su labor se le deben estudios originales y profundos sobre el idioma, la métrica y la literatura española.

A este proceso de silenciosa gestación se les suma la llegada de tres hombres de letras, que con su entusiasmo, inquietud y curiosidad, contribuyen a remover el ambiente literario. Estos hombres son: Juan García de Río, Domingo Faustino Sarmiento y Vicente Fidel López.

El primero con su elegante información europea, el segundo con su honrada inquietud agresiva, el tercero con su encendido cariño por el estudio, contribuyen desde el diario y la revista a sacudir la conciencia chilena que, vivía bajo el peso de las preocupaciones de la colonia.

Dos acontecimientos son precisos señalar en la Sociedad Literaria: la incorporación de José Victorino Lastarria y el certamen literario para celebrar las fiestas patrias de aquel año.

Lastarria es una noble figura tanto en el pensamiento como en las bellas letras. Su vida tiene rasgos de hombre ejemplar. Su labor literaria es digna de estudio y sus novelas y cuentos, sin ser un modelo en su género, se leen con facilidad y con agrado.

El segundo acontecimiento de la Sociedad Literaria, como digo antes, es el certamen que entre sus socios se abre para celebrar el día patrio. Dos son los temas del concurso: una poesía que cante las glorias de Chile y un discurso sobre el mismo asunto.

La Sociedad Literaria tiene un valor temporal. Responde a los anhelos confusos de sus componentes: muchachos de 17 a 20 años de edad. No es una academia solo literaria, sino una corporación que pretende cultivar tanto a sus asociados como al pueblo en general.

El año 1842 es de polémicas. La primera es entre Andrés Bello y José María Nuñez con Sarmiento, y tarta sobre una publicación de Pedro Fernández Garfias titulada, Ejercicios populares de la lengua castellana. La segunda, entre Vicente Fidel López y sarmiento con Salvador Sanfuentes, Jotabeche y Antonio García Reyes y trata del Romanticismo. La tercera, entre sarmiento y Jotabeche.

De 1842 a 1844 el teatro europeo, especialmente el francés, se representa con frecuencia en Santiago. Victor Hugo y Alejandro Dumas se llevan los mayores aplausos de los espectadores criollos.

La literatura chilena existe, con matices característicos, desde la Conquista y la Colonia. En la etapa de la Independencia se acentúan las diferencias. En el año 1842 la conciencia nacional naciente acrece la diversidad psicológica y estilística que son las que cuentan en la obra literaria.

La literatura chilena muestra, pues, en el siglo XX una evolución que no podría desconocerse. A ello concurren tanto el natural proceso de renovación periódica de los criterios estéticos como la influencia de factores externos.

Los comienzos de la centuria son marcadamente nacionalistas. La conmemoración de cien años de independencia política suscita un impulso al interés consciente por lo propio, principalmente en el sentido del estudio y de la observación directa de la realidad del país y sus elementos constitutivos. En tal marco, la literatura descubre el campo chileno y sus personajes arquetípicos (con notorio énfasis en el huaso), el mar, posteriormente la ciudad y su clase media.

Es la etapa de la literatura sobre el criollismo (o nativismo) en la narrativa y el teatro, con sus méritos y sus limitaciones. Entre los primeros, la renovación de temas y lenguaje y la apertura a las nuevas corrientes del relato en la Europa occidental, en Rusia y en Estados Unidos; entre las segundas, el exceso de documentación, la escasa inspiración creadora, la monotonía descriptiva y aun argumental. Alienta el criollismo, en narrativa con Baldomero Lillo (Sub Terra, Sub Sole), Mariano Latorre (Zurzulita, Cuna de cóndores) y Federico Gana (Días de campo); en el drama, Antonio Acevedo Hernández (Árbol viejo, Chañarcillo).

En la poesía, es el tiempo de la corriente mundonovista, que impregna de inquietud social y de tono popular la lírica modernista. No demora en producirse una reacción: la “querella del criollismo”, en las décadas de 1930 y 1940, que consiste en un polémico balance de la tendencia en boga, y con el segundo tercio de la centuria surge la narrativa imaginista.

En medio de tan hondas transformaciones del sentido y de las modalidades del hecho literario, Chile ha visto el surgimiento y desarrollo de valiosos escritores representativos de esas variadas posiciones y tendencias, indudablemente diferentes en su calidad y en su vigencia, pero, en su conjunto, artífices que comparten la construcción de un patrimonio abierto a los signos de los tiempos y apreciable por sus merecimientos artísticos. Entre los escritores nacidos después de 1940, y con una obra literaria ya consolidada en el mundo, cabe citar a Isabel Allende, Ariel Dorfman y Antonio Skarmeta, entre otros.

Para reconocer y a la vez para estimular la creación literaria en el país, desde 1942, en virtud de una ley de la República, se entrega el Premio Nacional de Literatura. Para su otorgamiento se considera la calidad del conjunto de la producción de un autor, sin discriminación de los géneros de su especialidad. Inicialmente anual, por una reforma legal se concede desde 1972 cada dos años.

Ángel Cruchaga Santa María

Santiago, 23 de marzo de 1893.- †Santiago, 5 de septiembre de 1964).
Poeta y cronista chileno.



Desde su juventud colaboró en revistas literarias. Sus tres características que mejor lo definen e identifican son: misticismo, simbolismo y dolor.

En los poemas de Angel Santa Maria encontramos muchas oraciones hacia Dios, dolor, angustia. En general sus poemas son muy intensos y apenadores.

Angel Santa María fue un poeta que nos sorprendió mucho por su misteriosa obscuridad. Nos da la gran impresión de que era una persona que no tenía felicidad y escondía su pena bajo el dolor de sus tristes poemas.

Cruchaga es atormentado, obscuro; un destilar lacrimoso de tristeza humece todos sus poemas. ¿Es el amor no correspondido? ¿Es el fracaso de sus ideales? ¿Es el descontento de un espíritu fino ante el pragmatismo de la vida actual?. (Latorre, página 183).


Como una cabellera me destrenzo
en el viento de Dios maravillado.
(El canto del humo)


Este es uno de los tantos poemas en los cuales Santa Maria hace referencia a Dios. En su niñez Santa María estudió en un colegio católico, del cual derivan sus costumbres religiosas.